

Pequeñas, saladas, intensas y con un toque ácido, las alcaparras son un clásico de la cocina mediterránea, normalmente utilizadas para dar un golpe de sabor a distintos platos. Suelen conservarse en sal o vinagre, lo cual realza su sabor y hace que se consumo tenga que ser moderado. Detrás de su alto contenido de sodio, sin embargo, esconden un perfil nutricional interesante, con antioxidantes y compuestos bioactivos como la quercetina y la rutina, con propiedades beneficiosas para la salud.
Las alcaparras son los capullos comestibles de la Capparis spinosa, una planta arbustiva semileñosa originaria de la región mediterránea que se da en zonas áridas, taludes y laderas soleadas, sobre suelos calizos y margosos. Con el tiempo, su cultivo se extendió por muchas regiones secas y cálidas del mundo, como algunas áreas de Australia y Sudamérica.
Su morfología varía según el tipo específico y las condiciones de crecimiento. Normalmente no supera los 50 centímetros de altura, tiene flores de pétalos blancos o rosados con anteras violetas y espinas de hasta un centímetro que dificultan la recolección de las alcaparras.
Las alcaparras son bajas en calorías y grasas (principalmente insaturadas) y ricas en fibras, vitaminas (A, E y C) y minerales (calcio, potasio, hierro, magnesio y sodio). También poseen compuestos bioactivos como flavonoides y polifenoles, muy positivos para la salud, ya que disminuyen la inflamación y mejoran la salud cardiovascular,señala Raúl Sandro Murray, ex presidente de la Sociedad Argentina de Médicos Nutricionistas (M.N. 73.186).
Aunque gran parte de la evidencia científica en torno a los beneficios del consumo de alcaparras se basa en estudios in vitro, en animales y revisiones sistemáticas, y la evidencia en humanos es todavía muy limitada, su uso en la medicina popular tiene larga data. Milagros Sympson, nutricionista (M.N. 12067), menciona que en distintas culturas se ha recurrido a esta planta -tanto los frutos, como las raíces y las hojas- para tratar (no exclusivamente, sino como parte de un tratamiento) desde dolores de cabeza, fiebre y problemas cutáneos, hasta infecciones gastrointestinales, trastornos hepáticos y renales y diabetes.
Estos son los beneficios destacados del consumo de las alcaparras, en base a la evidencia disponible.
Según investigaciones publicadas en los National Institutes of Health (NIH), las alcaparras son especialmente ricas en antioxidantes como la quercetina y la rutina, dos compuestos que han sido ampliamente estudiados por su capacidad para aliviar la inflamación, favorecer la cicatrización y promover niveles saludables de glucosa en sangre.
Aunque se necesita más investigación, algunos estudios publicados en los NIH sugieren que las alcaparras podrían tener propiedades beneficiosas frente a la diabetes. Una revisión identificó que ciertos compuestos presentes en las alcaparras podrían ayudar a mejorar la regulación de la glucosa, facilitando su absorción por los tejidos, reduciendo la absorción de carbohidratos y protegiendo las células pancreáticas productoras de insulina.
Otro estudio, realizado sobre 30 personas con diabetes, mostró que consumir un tónico con extracto de alcaparra tres veces al día ayudó a evitar aumentos en la glucosa y los triglicéridos. En la misma línea, un estudio previo realizado con 54 personas, halló que 400 mg de extracto de fruto de alcaparra tres veces por día durante dos meses mejoraron significativamente los niveles de glucosa en ayunas y el control glucémico a largo plazo, en comparación con el grupo de control.
Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, Irvine y respaldado por los NIH descubrieron que la quercetina -un flavonoide presente en altas dosis en las alcaparras-, puede activar los canales de potasio de la familia génica KCNQ, fundamentales para el correcto funcionamiento de varios procesos fisiológicos relacionados con el corazón, cerebro, páncreas, el sistema digestivo y la glándula tiroides, y cuya disfunción está asociada a enfermedades comunes como la diabetes, las arritmias cardíacas y la epilepsia.
El estudio reveló que la quercetina del extracto de alcaparra tiene la capacidad de modular los canales KCNQ regulando directamente cómo estos perciben la actividad eléctrica en la célula.